lunes, 10 de agosto de 2009

porque hoy es sábado


el autoestopista

A título de enumeración

Ver en el mar las olas de arena las olas de sal las olas de miel,
olas de una blanquísima leche...
Ver más y más olas gigantes llegar a la ciudad;
un reloj en un árbol plateado;
una lechuza en un café al paso.
Cruzar la calle y ver cómo los autos vuelan;
pescar una perla y salir a navegar en ella;
rozar la ventana con un dedo y que la ventana desaparezca.
Hablar con un diente que acaba de salirse de la boca
de un pequeño que tiene el cabello colorado como un morron.
Abrigarse con una casita de pájaros
-tal como la que nos regalo Andrea-
Escuchar a los cantos rodados en una asamblea multitudinaria.

Un libro camina, otro lanza una mala palabra, otro ha cerrado definitivamente sus puertas.
Un autoestopista puede ser peligroso, muy de temer...
El señor de gafas anticuadas puede llegar a un sitio que no tenía previsto y ponerse a saltar en una cama elástica;
un tesoro romano aparecer en plena cosecha de papas y zanahorias
y el granjero dejarlo allí, a la vera del camino,
aunque se este al borde, extenuado, y sin una sola moneda en el bolsillo.
Una casa despegar de su sitio, así la vio un señor llamado Cris Van Allburg.
Una tortuga del tiempo de goletas es capturada para volverse un decorado.
Un hombre levita por las madrugadas y olvida su nombre y su cuarto y su esposa y vuelve cada noche a otro cuarto y deja solo sábanas extendidas.
Tu cantante favorito puede entablar una charla contigo y efectivamente esto sucede mientras lo piensas y otras cosas maravillosas son posibles mientras las piensas...
porque el mundo no es tan común ni ordinario.
El mundo a veces suele ser extraño y las cosas que habitan este mundo pueden volverse extraordinarias.




René Lavand, un prestidigitador

extraordinario

Trabaslaslenguas

¿Qué es lo extraordinario?
¿Lo ordinario en lo extraordinario? O, ¿lo extraordinario en lo ordinario?

Cristina dice... la nevada en su pueblo por primera vez en este invierno
Florencia dijo...la abuela Tecla
Y hay más...

tortuga en Jamaica


Imagínate Kingston y las aguas turquesas más cristalinas que hayas visto
Imagínate el aire cálido, la música negra, el sol ardiendo en la playa blanca de Jamaica
Imagínate la montaña azul, la mas alta de las antillas, el aire huracanado del verano
Imagínate la exuberancia del trópico con palmeras y pimenteros, la majagua con su tronco aterciopelado, la caoba, el campeche, con su madera dura y rojiza, el mango, el palo de rosa del que se hacen riquísimos perfumes... y doscientos árboles más que dan las flores mas exóticas.
Imagínate un papagayo un colibrí un cuco dos lagartos verdes, todos juntos, en los pies de un hombre en medio de la isla y detrás, como un telón de fondo, la selva espesa sobre las montañas.
Sitio ignoto para un ingles medio que decide hacer un viaje de vacaciones a las que llama las "indias occidentales".
En todo ese verde, esa reverberancia, esos rojos, texturas y aromas es dónde sucede esta historia.
En esa atmósfera aparece el primer cuento que encabeza la antología Narraciones extraordinarias de Roald Dahl “El chico que hablaba con los animales”.